Aportes para mejoras de eficiencia del servicio de la
recolección de residuos de la Ciudad de Buenos Aires
La
Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) genera una gran cantidad de residuos
(más de 5000 toneladas por día de residuos áridos y más de 3000 toneladas por
día de residuos sólidos domiciliarios). Ello implica, en primer término, el
desafío de la organización de la recolección, el transporte, el reciclado y la
disposición de aquellos. En segundo lugar, aparece el problema relativo al alto
costo que representa para las finanzas del gobierno local ese servicio. Por
último, surge la restricción legal y a su vez el compromiso ambiental puesto de
manifiesto en la Ley N°1.854 (Basura Cero) que requiere la disminución de los
residuos generados, recolectados y dispuestos, junto con su separación
selectiva y posterior reciclado.
En
relación esos desafíos, la teoría económica ofrece algunas sugerencias para
modificar la “arquitectura” institucional y la regulación económica del
servicio de higiene urbana de la CABA a fin de optimizar su eficiencia
económica y al mismo tiempo respetar las líneas de acción impuestas por la
normativa ambiental. Sobre esa base, el autor de este blog elaboró un estudio
que resultó ganador del concurso de Desarrollo Económico del Gobierno de la
CABA a fin del pasado año. Aquí se exponen algunas de las sugerencias vertidas
en aquel.
Actualmente coexisten cinco prestadores
privados y uno público en el servicio de higiene urbana de la CABA. ¿Es
correcto que sean prestadores zonales “monopólicos”?
Si, es correcto. Cuando existen ganancias
relacionada a las economías de escala y de densidad, externalidades negativas o
bienes meritorios (como la higiene y la salud pública), los monopolios
regulados son la opción social más conveniente. ¿Bajo que circunstancias ello
es así?
Ello es así si cada uno de los interesados
oferta su costo más competitivo en una licitación pública. En este proceso
denominado “competencia por el mercado”, el Estado “capta” las rentas de los
futuros monopolistas zonales que estos obtendrán más tarde cobrando por brindar
el servicio de recolección de residuos.
Este esquema funciona bajo un
requerimiento básico de las subastas: la existencia efectiva de competencia en
el proceso licitatorio. A nivel local, se recomienda como forma de hacer cada
vez más competitivas las licitaciones del servicio: que sean lo más aleatorias
posibles (con mucha incertidumbre) para los oferentes,
que liciten juntos servicios complementarios (recolección y barrido) para
aprovechar la construcción de “paquetes”, que compitan el mayor número posible
de oferentes, que sean secuenciales para que el Estado adquiera información
sobre la verdadera disposición a pagar de las empresas.
Ahora bien, deberíamos
preguntarnos: ¿Qué tamaño deberían tener esas zonas de prestación monopólica?
El tamaño óptimo puede
redundar en mayor eficiencia y menores costos del servicio. Para conocer ese
tamaño de zona óptimo puede optarse por tomar referencias de estudios
internacionales o por realizar estudios empíricos con datos locales utilizando técnicas
econométricas o de programación matemática.
¿Y una vez licitado el servicio qué?
Aquí es donde entra en juego la capacidad regulatoria del Estado.
Como la zonas son monopólicas, el regulador (en la Ciudad existe uno) debería hacer
“competir” a las empresas recolectoras comparándolas entre si mediante un
sistema de medidas de eficiencia relativa, comúnmente denominado de “competencia
por comparación”. Esta metodología también se nutre de métodos econométricos y
de optimización matemática, para que el Estado pueda captar rentas de
eficiencia subyacentes en la dinámica del proceso regulatorio que pueden ser
trasladadas a los contribuyentes mediante menores impuestos. La lógica detrás
de este proceso es obtener algunos de los beneficios de la competencia (precios
más bajos y/o un mejor servicio) en un mercado donde existen monopolios legales
que impiden aquella directamente.
El regulador tiene una herramienta más para actuar sobre las
empresas: publicar el ranking de las medidas de eficiencia de las empresas.
También sobre esa base puede darles o quitarles a las empresas puntos para acceder
a futuras licitaciones.
El mecanismo propuesto es
común en la regulación eléctrica, bancaria y de agua potable y cloacas. En
residuos sólidos urbanos la experiencia piloto es la de Portugal.
Como seguramente usted
sospecha, la regulación implica la existencia de un regulador. Pero en la CABA,
podemos preguntarnos con un poco de sorna…¿Dónde está el piloto?
Un problema detectado en la
arquitectura institucional del servicio en CABA es que la distribución de
responsabilidades de regulación son concurrentes o, al menos, algo ambiguas
entre dos organismos: la Subsecretaría de Higiene Urbana y el Ente Único
Regulador de los Servicios Públicos de la CABA. Las atribuciones solapadas y
poco claras dificultan un proceso regulatorio transparente y eficiente. Tanto la
literatura económica como la jurídica (derecho administrativo) destacan que
puede haber superposición de reguladores, más no de responsabilidades
regulatorias.
¿Y los contratos? Si hay algo que preocupa a empresas y gobierno
es como ajustar los contratos en un contexto inflacionario. La literatura económica
discute el “conflicto” entre dos arreglos contractuales contrapuestos: “precio
fijo” versus “costo de servicio”. El problema surge porque la inflación altera
el costo del servicio (precio fijo al momento de la licitación) el cual debe
ajustarse de alguna manera. Para tratar con este problema el Gobierno creó un
mecanismo de “redeterminación de precios” que puede mejorarse tomando como
referencia algún índice (construido en base a la estructura de costos que la
empresa presenta al momento de la adjudicación) publicado por la Dirección de
Estadísticas de GCABA o una tercera parte. Asimismo, no se debería ajustar el contrato
por el total del incremento de los costos porque ello simplemente produciría
una pérdida de interés y esfuerzo de las empresas por conseguir mejoras de
eficiencia. Finalmente, debería agregarse una cláusula "gatillo" que
obligue a las partes a renegociar el costo del contrato ante una grave
alteración de la situación de negocios y alguna de los firmantes no acepte la
redeterminación de precios como solución.
La siguiente figura resume el esquema propuesto de nueva arquitectura y regulación económica del servicio de recolección de residuos en la CABA:
Estas son algunas de las ideas surgidas del estudio señalado al
comienzo que pueden ser utilizadas para mejorar la eficiencia económica
mediante una correcta regulación del servicio de higiene urbana de la CABA.
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