Lic. Agustín Torroba
Montamat & Asociados
“El uso de aceites vegetales como combustibles para motores puede parecer
insignificante hoy, pero con el paso del tiempo será importante como sustituto
del petróleo y del carbón.” Rudolf Diesel (1893).
El biodiesel producido en Argentina
es un producto agroindustrial derivado del aceite de soja. Para producir este
insumo, el complejo sojero debe moler el grano (crushing) originando economías
de variedad: del total de crushing se obtiene un 18% de aceite de soja (que
luego se convertirá en biodiesel), un 80% de harinas proteicas y pellets (que
luego se convertirán en proteínas blancas-leche- y proteínas rojas-carne) y un
2% de residuos.
El aceite de soja se filtra y
reacciona con un catalizador base y con un alcohol (en general metanol). Dicha
reacción (transesterificación), dará como resultado dos subproductos, biodiesel
y glicerina. El biodiesel se mezcla con gasoil y ambos productos forman un bien
compuesto. La cantidad de biodiesel en gasoil se denomina “corte”. De esta
manera, una proporción de 5% de biodiesel y 95% de gasoil es un corte o
“mezcla” denominado B5. Si la proporción fuera 10% y 90% respectivamente, el
corte sería denominado B10 y así sucesivamente. El biodiesel puro se denomina
B100. Actualmente, la reglamentación nacional fija un corte obligatorio del
10%.
La producción de biocombustibles se
inserta dentro de un nuevo paradigma donde los derivados biológicos comienzan,
lentamente, a complementar y sustituir a los minerales.
Dentro de este contexto, la
producción de biodiesel de soja en nuestro país, tomó un rápido impulso,
motivado principalmente por el mercado externo, donde el diferencial de
retenciones entre el aceite de soja y el biodiesel favoreció la integración
vertical de la cadena de producción.
A pesar del impulso inicial, el
sector acusó un estancamiento en su producción en el año 2012 y una caída de la
misma del 25% en 2013. En el siguiente gráfico se puede observar el crecimiento
inicial del sector y su consiguiente estancamiento y posterior caída.
Gráfico 1: Producción y Exportación de biodiesel de soja (en toneladas)
Fuente: elaboración
propia en base a datos de mercado
Para entender las causas de la
situación actual del sector, hay que comprender los diferentes esquemas de
producción. En primer lugar, se encuentran las grandes plantas de producción
integradas verticalmente con la fabricación de aceite (Cargil, Molinos Río de
la Plata, Vicentín, Renova, entre otras). Estas empresas fueron creadas, en
mayor medida, para destinar su producción al mercado externo. En segundo lugar,
se encuentran las grandes empresas que no integran verticalmente su producción,
sino que adquieren el aceite de soja en el mercado domestico y lo
transforman en biodiesel (Explora,
Patagonia Bioenergy, Viluco, etc). Estas empresas tuvieron un comportamiento
dual: en general dedicaban su producción al mercado interno, pero en algunos
casos la producción también se dirigió al mercado externo. En tercer lugar,
surgieron, estimuladas por el Estado, las pequeñas y medianas plantas de
producción, abastecedoras exclusivas del mercado interno.
El sector ha acusado dos fuertes
impactos: desde 2012, los precios del mercado interno son ahora establecidos de
manera arbitraria (previamente eran fijados mediante una fórmula polinómica) y
con un rezago de tiempo considerable, lo que ha provocado rentabilidad negativa
durante muchos meses de producción, incertidumbre por no tener precio definido
y cierre parcial de algunas plantas. Estos hechos vienen afectando
principalmente a las pequeñas y medianas empresas y a las grandes empresas que
dedican su producción al mercado interno. El segundo impacto negativo surge en
2013, cuando comenzaron una serie de acusaciones de dumping por parte de la
Unión Europea (UE). La situación derivó en una pérdida casi total del principal
mercado de exportación del sector al fijarse aranceles del 25%. Este hecho afectó
a las grandes empresas exportadoras. Para contrarrestar el cierre de dicho
mercado, la Secretaría de Energía decidió incrementar el corte de biodiesel,
que por entonces era del 8%, llevándolo a un 10%.
La política de fijación arbitraria y
tardía de precios internos provocó, por el lado de la oferta, que no se
ofrecieran las cantidades suficientes para abastecer el cupo del 10%, fijado en
diciembre de 2013. A esto se le suma, que por el lado de la demanda, las
petroleras prefieren adquirir gasoil importado el cual, al estar libre de
impuestos (por el artículo 30 del Presupuesto Nacional 2014), resulta más
barato que el biodiesel que si tributa dichos impuestos. El siguiente gráfico
muestra la caída en el porcentaje real de la mezcla, la cual a pesar de estar
fijada en un 10%, no ha llegado a cubrir nunca dicho cupo.
Gráfico 2: Porcentaje real de mezcla (% de biodiesel en gasoil)
Fuente:
elaboración propia en base a datos de mercado
El parlamento se encuentra tratando
un proyecto de ley que desgrava parcialmente al biodiesel de los tributos que
no paga el gasoil importado. Esto causará una disminución parcial del sesgo negativo por el lado de la demanda de las
petroleras. Aún así, si el parlamento aprueba el proyecto en discusión, el
biodiesel seguirá estando en condiciones tributarias y de precios desfavorables
respecto del gasoil importado, aunque mejor respecto de la situación actual.
Mientras tanto, por el lado de la
oferta, hasta que no exista una metodología clara y sin rezagos para determinar
los precios, la incertidumbre seguirá provocando que el corte real se encuentre
por debajo del corte teórico obligatorio.
A la incertidumbre del mercado
interno, se le suman los problemas en el mercado externo, donde la solución no
parece avizorarse en el corto plazo. Un sendero de precios razonables establecido
en forma no discrecional mediante una fórmula polinómica y un estímulo en el
mercado interno (lo cual podría darse con un nuevo aumento en el corte
obligatorio) le permitiría al sector aumentar su producción, que hoy se
encuentra operando al 40% de su capacidad instalada, y salir de la actual
crisis.
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